lunes, 27 de diciembre de 2010

EL PALACIO DE LA CIUDAD

Martes, 17 de agosto de 2010

He pasado la noche tratando de digerir la comida del estómago sin éxito aparente. No tenía ningún malestar añadido, pero me notaba pesado. Al final, cuando el alba despuntaba, tengo que visitar el baño un par de veces. Definitivamente algo me ha sentado mal porque el WC acaba como el rosario de la aurora, y yo como si fuese una fuente emanando agua clara hacia él.

Más tarde se despierta Isabel, que tampoco parece haber pasado mala noche pero sus síntomas son idénticos a los míos, pero algo más retardados. Hacemos conjeturas sobre qué fue lo que nos pudo perjudicar; o los dulces del puesto callejero o lo que comimos a mediodía, porque yo cené pero ella no.

Un par de horas después bajo a desayunar, ya que me siento vacío de energías y me vendrá bien reponer fuerzas. La pobre Isabel no tiene ganas así que se queda durmiendo y preparamos en botellas de agua soluciones de suero fisiológico que viajan en nuestro botiquín.

Me encuentro con el resto en el restaurante que hay en el propio edificio del hotel, dónde nos alojamos, y que se emplea exclusivamente para servir el desayuno. A medida que se incorporan les pregunto si han tenido problemas intestinales, pero nadie parece estar afectado, por lo que la hipótesis sobre lo que nos pudo sentar mal se confirma.

La verdad es que estoy vacío y desayuno con generosidad. Existen varias opciones y optó por la que más calorías aporta con café, leche, cereales, zumo, huevos revueltos, tostadas, pan y mermelada. El resto no quiere perder comba así que en su mayoría se apuntan al desayuno pantagruélico.

Me encuentro cansado así que decido quedarme reposando en la habitación, mientras Isabel también duerme y se recupera de la pequeña gastroenteritis. El resto decide visitar durante la mañana el palacio de la ciudad y volver al hotel para comer.


Cuando retornan, nos reunimos con ellos en el jardín dónde sirven las cenas y las comidas y buscamos un lugar con sombra bajo el porche. Tomamos sopas y cremas y pollo asado para no castigar demasiado al estómago. Los compañeros nos cuentan la experiencia de su visita al palacio. El Palacio de la Ciudad o City Palace es una de las maravillas arquitectónicas de Rajasthan, que emerge en una colina en lo alto de la urbe y a orillas del lago Pichola. Se trata del mayor complejo de Rajastán y cuya enorme fachada tuvimos la oportunidad de observar el día anterior. Inicialmente fue construido por el Udai Singh, pero la forma actual del Palacio es el resultado de las adiciones posteriores por sus sucesores. Construido en granito y mármol ofrece una variedad maravillosa de patios, pabellones, terrazas, pasillos, habitaciones y jardines colgantes.



Por la tarde descansamos en nuestras habitaciones y a última hora se propone ir al centro al Café Namaste a tomar algún dulce y dar una vuelta por la zona de tiendas. Isabel y yo, algo cansados aún optamos por quedarnos el resto de la tarde descansando y explorando los canales de TV del hotel. La programación de la tele india, básicamente es parecida a la española. Como deporte principal aparece el cricket, en sustitución del fútbol al que estamos acostumbrados en España. El resto de la parrilla lo componen programas tipo “reality show”, canales de astrología, y cine indio de hace varias décadas, que guardando las distancias, recuerda al que hacían Pajares y Esteso en su época. Y entre tanta “calidad” encontramos algún canal temático de cine como el HBO con películas occidentales en versión inglesa que son las que podemos entender.

El resto del grupo regresa del centro de la ciudad y Marta nos ofrece un par de muffins de chocolate que nos han comprado en la pastelería. No sé si deberíamos comerlos, a ver si nos van a caer mal al estómago después de lo de esta mañana. Aunque pensándolo bien tenemos déficit de azúcar…Evidentemente damos buena cuenta de los dulces. Y no nos sienta mal, mañana parece que estaremos en condiciones de seguir conociendo Udaipur.


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