lunes, 27 de diciembre de 2010

PRIMER VIAJE EN TREN CAMINO DE AGRA

Viernes, 06 de agosto de 2010

El último día a orillas del Ganges no necesitamos madrugar. Únicamente nos queda una última gestión en la ciudad, que consiste en recoger los vestidos en la tienda de Shaqueel, a la que nos acercamos después de desayunar un pedazo de tarta y un chai en la Brown Bread Bakery.


Al volver al hotel, parte del grupo nos espera en la terraza, sólo nos queda recoger nuestras cosas y hacer el check out. A la hora de cerrar cuentas, uno de los operarios del hotel trata de ganarse una propina extra a nuestra costa, queriendo cobrarnos las tasas sobre el precio de las habitaciones. No hace falta que le expliquemos dos veces que cerramos un precio definitivo, con todas las tasas incluidas, y que no vamos a pagar más, fue lo que acordamos con el dueño del hotel; y parece que lo entiende rápido porque prepara la factura con el precio que le indicamos.

Caminar con la mochila por las calles atestadas de Varanasi, después de abandonar la zona de los ghats, tiene dos consecuencias inmediatas: la primera es que se suda (y mucho, por el calor, la humedad y el esfuerzo) y la segunda es que los conductores de tuk tuk te asedian. Afortunadamente no tardamos en encontrar transporte a un precio razonable (te pueden llegar a pedir 5 veces más por el trayecto al aeropuerto) y cerramos por 150 INR – 2,5 € el trayecto hasta allí por cada vehículo. Dejando atrás la masificación de la ciudad sagrada el aire fresco que se cuela por la abierta capota del tuk tuk nos refrigera, nos seca el sudor y nos alivia.

Durante el recorrido somos testigos de otra costumbre que existe por estos lares: la policía emplea los tuk tuk, aunque vayan llenos con otros viajeros y la carrera la paguen éstos, para sus desplazamientos personales. Dan el alto a los conductores hasta que se topan con uno que lleva la dirección que ellos quieren tomar, se sientan en la parte delantera, subfusil en mano, y realizan el trayecto sin ningún coste para su bolsillo. Al llegar al aeropuerto el conductor de uno de los tuk tuk nos quiere hacer la jugada habitual, quiere que le paguemos un extra por el recargo de meter el coche en el aeropuerto. Nos negamos, se lo avisamos bien claro al negociar el precio. Insiste también en que le paguemos que tiene que marcharse, pero aún faltan algunos compañeros por llegar. Cómo el precio y el destino lo cerramos con él, y se encargó de buscar más vehículos adicionales, sólo le pagaremos a él cuando hayan llegado todos.

Nos toca otra vez el numerito de enseñar los billetes del vuelo en papel acompañando a nuestros pasaportes a los militares de la puerta, si no los llevas no te dejan entrar. El aeropuerto es minúsculo y decrépito, los controles de seguridad se alargan en exceso (en la fila de los varones) y la sala de estar presenta un aspecto deleznable lo que no impide que echemos una cabezada antes de embarcar.

El vuelo transcurre sin novedades y podemos disfrutar del catering al estilo indio que nos sirve la tripulación. Una vez en la terminal, a nuestra llegada, comprobamos que aquí sí que existe punto de información turística y varias oficinas de taxis prepago. Contratamos dos en EASYCAB, algo más caros que los del Departamento de Policía, pero también más modernos; nuestro destino la estación de ferrocarril de Nizamuddin dónde nos encontraremos con Nacho y tomaremos tren rumbo a Agra, en el mismo estado que Varanasi, Uttar Pradesh.

Son las 17.30 y el atasco para salir del aeropuerto es monumental. Cuando sobrepasamos este escollo el tráfico parece ir más fluido y transitamos por tranquilas zonas residenciales, hasta que de improviso volvemos a sumergirnos en otro embotellamiento que afortunadamente sufrimos durante poco tiempo porque inmediatamente llegamos a la estación de tren. Localizamos a Nacho en una cafetería cerca de la entrada a la estación, parece que los lacayos de Latiff Ratta han hecho su trabajo diligentemente, recogida del aeropuerto, tour por la ciudad y traslado a la estación de ferrocarril.

Ahora nuestra mayor preocupación pasa porque el taxi en el que viajan Óscar, Fátima, Javier y Marta aún no ha llegado, nos han mandado un SMS y nos informan de que el atasco que nosotros libramos a ellos les ha pillado de lleno. Tres cuartos de hora más tarde aparecen y nos reunimos alrededor de una mesa en la refrigerada cafetería cercana a la estación. Mientras comentamos las aventuras y desventuras de la última semana aprovechamos para comer algo ya que llegaremos a Agra a media noche.


Mientras esperábamos la llegada de nuestros compañeros Isabel y yo inspeccionamos el vestíbulo de la estación de Nizamuddin (una de las 4 que existen en Delhi). La primera vez que ves una estación de tren en la India piensas que es un hospital de campaña y que no hay camas para todos los enfermos por lo que la gente se coloca dónde puede, sin ningún orden y se tienden sobre el sucio suelo, tan largos como son. Eso es exactamente lo que vemos, el suelo atestado de gente tumbada que descansa o dormita en espera del convoy ferroviario que les llevará a su destino, ventanillas de información y para la compra de billetes atestadas de personas con prisas y urgencias, paneles indicativos con interminables listas de trenes con sus nombres, sus números….

Al final desistimos de intentar solicitar información en ventanillas y nos encomendamos a un panel electrónico que va actualizando los números de andén, trenes y sus destinos cada pocos minutos. Cuando localizamos nuestro andén y el andén de salida tenemos la sensación de que vamos a iniciar una competición. Si el tren llega siguiendo una ruta y hace una parada en la estación para recoger viajeros (nuestro caso) hay que ser muy rápidos porque oleadas de viajeros inundan los andenes y se agolpan en las puertas de acceso a los vagones.

Lo más difícil y lo más importante para la primera vez que se toma un tren en la India es saber reconocer el número del vagón que te corresponde (lo pone claramente en el billete atendiendo a la clase del pasaje adquirida). Al principio nos cuesta un poco, pero finalmente con la ayuda de un hindú ataviado con turbante, conseguimos llegar con las mochilas a nuestra espalada al vagón establecido. Viajaremos en dos subgrupos, 4 en clase 2AC (segunda con literas y aire acondicionado) y 3AC (tercera con literas y aire acondicionado).

Menos mal que nos habíamos documentado y siguiendo sabios consejos de viajeros que lo padecieron antes que nosotros, nos ponemos un forro polar porque el aire acondicionado convierte el interior del vagón en un arcón frigorífico y el contraste con la humedad y el calor de la calle es exagerado. En nuestras literas (vagones de 4 en 2AC y de 6 en 3AC) encontramos mantas, sábanas y almohadas. Por delante algo más de dos horas y media de trayecto. El revisor pasa al poco rato de arrancar y comprueba nuestros billetes (sacados e impresos desde internet) lo que hace que nos despreocupemos y nos tumbemos en las literas a descansar a pierna suelta, bien arropados, que el chorro del aire acondicionado golpea con fuerza (no se puede regular).


Como el trayecto es corto casi nos quedamos dormidos, menos mal que Javier, atento, nos avisa para que nos preparemos porque no debemos estar muy lejos de la estación de Agra Cantomentt, destino de nuestro viaje. Es más de media noche cuando llegamos y la enorme superficie aún alberga movimiento de pasajeros, pero no tan masivo como en nuestra partida desde Delhi. Salimos a la calle y buscamos un puesto prepago de tuk tuk para que nos lleven al hotel dónde hemos realizado una reserva. Debemos ser los últimos turistas del día y por lo tanto somos presa codiciada para los conductores, en busca de su última carrera.

La lista de precios está cerrada e indicamos la zona a la que queremos ir, el Taj Ganj. Nos indican un precio, después de discutir con varios conductores por fin tenemos 4 vehículos que nos trasladen, pero a la hora de abonar el dinero en la ventanilla nos dicen que tenemos que pagar una cantidad mayor……..en concepto de tasas………..y el tipo, tan campante, saca de dentro del cuartucho un cartel que indica unas supuestas tasas a abonar y lo cuelga en nuestras narices. Sí señor, vamos a estafar un poco a estos turistas, que llegan tarde y no pueden buscarse la vida de otra forma. Menos mal que son unas pocas rupias, pero está claro que no dejan de sorprendernos, el repertorio de trucos para sacarnos dinero es infinito.

En el corto trayecto al hotel los tuk tuk aprovechan las calles y carreteras vacías para ponerse en paralelo lo que permite el intercambio de opiniones de los conductores. Está claro que traman ofrecernos sus servicios para el día siguiente, por lo que nosotros aprovechamos para hacer lo mismo, estableciendo estrategia, necesidades de transporte que tendremos y qué precio sería recomendable aceptar.

El Taj Ganj es una zona aledaña al famoso Taj Mahal dónde se concentran varios alojamientos para mochileros. El monumento tiene a su alrededor un perímetro en el que no se permite circulación motorizada para evitar que la contaminación deteriore el mármol de la construcción. Los tuk tuk nos dejan en un acceso custodiado por barreras policiales cuyos efectivos a estas horas dormitan mientras Nacho y yo nos acercamos andando al Hotel Sheela Inn dónde teníamos reservadas habitaciones para la noche de hoy, por su proximidad a la entrada del monumento. El resultado es desalentador ya que a pesar de haber reconfirmado por mail las reservas una semana antes nos dicen que no les consta y que nos tenemos que buscar la vida. Pedimos que nos lleven al Hotel Sheela (http://www.hotelsheelaagra.com/), algo más alejado, pero del mismo propietario.

Cuando llamamos a la puerta nos abre un hombre somnoliento que, aturdido, tarda en hacerse una composición de lugar. Accedemos al hall dónde duermen sobre el suelo 3 ó 4 personas. Con calma, como hacen todo aquí, habla con otro chico más joven. Parece que nos pueden preparar habitaciones para la noche de hoy, y para ello vemos cómo desalojan algunas de la planta baja, ocupadas por más personal del hotel o familia del propietario. Acordamos un precio regateando lo justo, a estas horas no tenemos muchas más opciones, de todos modos el precio nos parece adecuado, 600 INR – 10 € por habitación doble.

Mientras rellenamos los datos de registro (otra vez uno de esos enormes libros de los antiguos hoteles de películas americanas) cambian la ropa de las camas (eso imaginamos porque parecen limpias) y nos acomodamos. Son más de las 2 de la madrugada y damos indicaciones para que nos despierten a las 05.00, hemos quedado a las 05.30 con los conductores que nos han traído al hotel, mañana serán nuestro medio de transporte.


No hay comentarios:

Publicar un comentario