lunes, 27 de diciembre de 2010

INICIANDO LA AVENTURA

Viernes, 30 de julio de 2010

Como casi todos los viajes que le llevan a uno a visitar otro continente nuestra andadura comienza en la terminal internacional de un aeropuerto, en este caso en el de Madrid-Barajas.

Tenemos la suerte de que un amigo nuestro (Yurel) se agencie una enorme furgoneta para poder trasladarnos a los siete integrantes del grupo inicial (Isabel, Marta, Fátima, Alberto, Óscar, Javier y Miguel) hasta la terminal T1. Para ser un viernes de finales de julio, el tráfico no se hace notar y nos lleva poco rato alcanzar el aeropuerto.

Por suerte la T1 es manejable y en unos minutos guardamos cola para facturar el equipaje. Apenas tenemos que soportar los intentos de un par de viajeros, que portaban enfundada lo que parecía ser una tabla de windsurf, por colarse delante de la fila que nos llevaría a facturar el equipaje. No queremos discutir, nuestras vacaciones estaban arrancando, así que sin más miramos para otro lado y les dejamos ganar un puesto preferente por delante de nosotros.

El personal de tierra de AEROFLOT, compañía con la que volábamos, era español y después de facturar el equipaje tenemos que pasar un control adicional en otro mostrador para verificar nuestros pasaportes y visados. Con todo en regla, sólo nos queda esperar, que es lo que generalmente se suele hacer en los aeropuertos. El vuelo tiene las 23.40 como hora de partida.

Por fortuna el tiempo pasa rápido y lo consumimos merendando algo que nos habíamos traído de casa, dando una vuelta por el duty-free y comprando algunas chocolatinas en él, de las que casi damos buena cuenta antes de subir al avión.

El embarque se produce en hora pero el despegue se demora, elevándonos en el aire con algo de retraso sobre la hora prevista de salida. La aeronave, un moderno Airbus, rompía con el mito que en algunos lugares circulaba de que la compañía rusa volaba con aviones antiguos y destartalados. Nos sirven la cena una vez que hemos tomado altura de crucero y aprovechamos para ingerir alguna pastilla que nos ayude a conciliar el sueño más rápidamente. Sin mayor novedad, el avión durante toda la noche avanza hacia tierras moscovitas; se trata de un vuelo de media duración, cinco horas de trayecto.

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